domingo, 10 de abril de 2011

El Quinto Poder

Estamos, o estábamos, tan habituados a una comprensión de la realidad del poder nacida en 1789, que apenas hemos podido comenzar a imaginar que la situación pudiera ser diferente. Las instituciones de la Revolución Francesa han venido configurando durante más de doscientos años la estructura clásica y formal de la división de poderes. Algo que funcionó razonablemente como alternativa a un modelo absolutista y que posteriormente se fue trufando con la aparición de otros actores. Algunos, viejos conocidos, como los grupos de presión representando los intereses económicos de diferentes estamentos. Otros, de aparición más tardía, aprovechando las oportunidades que ofrecieron los avances tecnológicos como la radio y la televisión.

El tablero en el se jugaba, y se juega todavía, todo tipo de intereses, se soporta en instituciones algo vetustas en las que se empeñan diariamente gobernantes, diputados y jueces. A veces, muchas, con la impresión de que su juego viene determinado por una mano invisible, los mercados, aunque cada vez resulte menos imposible poner nombre y apellidos al cuerpo al que pertenece esa mano. Y también, otras muchas veces, con la impresión de que ese cuarto poder que nos proporciona cotidianamente una explicación comprensible de la realidad, no parece tan imparcial como pretende hacernos creer.

Al final, el ciudadano acaba desconfiando de un tinglado que en lugar de intentar un aceptable equilibrio entre los diferentes intereses en juego, parece más bien enfrascado en la defensa de un mismo interés del que todos los jugadores terminan por sacar provecho.

Que los políticos sean el tercer problema de este país, después del paro y la crisis económica, es un dato que, más allá de la anécdota demoscópica, habría que tener muy en cuenta. Aunque tampoco les van a la zaga los parlamentarios que quieren seguir volando en clase business, o los jueces que no terminan de rematar la faena con un Presidente de Diputación que construye aeropuertos para que los jóvenes hagan botellón en sus pistas. Y de los banqueros, casi nadie quiere hablar, bien.

Es verdad, que si llegamos a conocer en parte lo que ocurre es gracias a los medios, aunque claro, si miramos en qué manos están concentrados quizá podamos entender también por qué no pasa lo que la teoría supone que debería de pasar en una situación como la que vivimos. Y para uno que ha intentado sacar los pies del tiesto, ni siquiera le han dejado salir a los quioscos. Al final, parece que “La Voz de la Calle” se ha quedado en un frustrado empeño lleno de buenas intenciones. Por algo será.

Algunos estudiosos relacionan los cambios históricos con los avances tecnológicos. Y algunos de ellos sostienen que estamos en un momento histórico porque se ha producido una revolución en la manera de comunicarse las personas. Puede que tengan razón, porque si no, sería fatuo que el Gobierno chino y algunos otros más que andan tambaleándose, censuraran el acceso a Internet de sus ciudadanos.

Algo se mueve, no hay duda. Nuestros jóvenes, esos tan descargados de valores, tan individualistas, tan hedonistas, tan intrascendentes, parece que se están enfadando ante la perspectiva de que realmente terminen viviendo peor que sus padres que, por otra parte, tampoco era mucho decir. Y ese descontento se está empezando a ver en las calles de manera agitada. Algo que choca frontalmente con la buena educación de los bienpensantes y que pone en riesgo su tranquilidad.

Internet, las redes sociales, los teléfonos móviles y toda la nueva cacharrería tecnológica, están detrás de todo esto. Aunque dudo sinceramente de que sea la causa. Quizá se trate más bien de una cuestión de conciencia, de toma de conciencia, y la tecnología sea tan sólo una buena ayuda para que los ciudadanos, el quinto poder, empiecen a decidir sin intermediarios sobre la cosa común, que es la quintaesencia de nuestra naturaleza humana. A ver si podemos.  

2 comentarios:

  1. Yo añadiría un sexto poder, el de la inteligencia, o la educación , que es casi lo mismo. Y tras todos estos inventos revolucionarios como este blog desde el que escribes, ¿de verdad hay más cultura? ¿hay más conocimiento de la realidad o más enclaustramiento y absurdo y vacío? Es fácil el disfraz detrás de una pantalla, pero seguro que a la larga habrá más y mejor,o diferente, sólo estamos en el camino..una partícula de tiempo somos.

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  2. La tecnología como una sustancia de la que puedes quedarte colgada, hacerte adicta, perder el control, aislarte, creerte todo o nada, o como herramienta para crear, para apoyar, para aprender, para movilizar y educar. Y detrás de todo esto, un séptimo poder: la palabra, la pragmática, sea cual sea el medio de comunicación, cara a cara, por redes sociales, por teléfono, por radio o televisión, una sola palabra puede hundirte o elevarte, un discurso puede arrastrar masas o que éstas se vuelvan en tu contra, una frase que escuches puede hacerte elegir un camino u otro. Las nuevas tecnologías me parecen una pasada, una maravilla. Hay sistemas de comunicación alternativos, que utilizan personas que por algún tipo de trastorno no podrían comunicarse sin estas nuevas tecnologías. Personas que no pueden desplazarse para ver a sus familiares que están lejos, y con las nuevas tecnologías pueden hablarles y verles en remoto, personas que quieren aprender sobre música, ciencias, letras, idiomas, etc...
    La palabra, la pragmática, el mensaje,la comunicación através de toda clase de lenguajes, su interpretación, la coherencia en la reflexión, el contexto, escuchar y no simplemente oir, muy subjetivo.
    Quisiera lanzar una palabra: generosidad
    Bueno y otra: solidaridad
    Eeeeh...y: honestidad
    ¡empatía, pobreza, desigualdad, miedo!
    El discurso ya se los di.

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